El artesano se empeña en producir cosas bien hechas a través de la conexión entre cabeza y manos.
Así lo señala Richard Sennett en su libro «Juntos» (Ed. Anagrama)
Como trabajamos poco o nada con las manos y usamos mucho la cabeza, cabe pensar que se complica el empeño de producir cosas bien hechas.
Los malos ratos, los disgustos por no producir cosas bien hechas, tienen su origen en la «descualificación social», que sobreviene por un déficit de Habilidades Serias.
Entre las habilidades serias, dice Sennett, se encuentra Saber Escuchar. Está dentro de las habilidades de cooperación y es necesaria para gestionar las diferencias entre nosotros, que son muchas. Lo contextualiza así:
El término descualificación industrial en el S.XIX aparece cuando se sustituye a hombres por máquinas.
En el S.XXI surge la descualificación social. Encontramos un indicio cuando sustituimos conversaciones dialógicas por conversaciones dialécticas.
Una habilidad seria -hay más- para reducir la descualificación social, insiste Sennett, es Saber Escuchar a través de una conversación dialógica.
El lingüista ruso Mijail Bajtin define la conversación dialógica así: «Es una conversación en la que no se busca un punto de encuentro común, de manera que sin intención de llegar a un acuerdo, los interlocutores toman mayor conciencia de sus puntos de vista».
-¿Cómo identifico una conversación dialógica?
En las conversaciones dialógicas, en su contenido, se captan detalles concretos de cuestiones específicas para que la conversación avance.
-¿Cómo identifico una conversación dialéctica?
Las conversaciones dialécticas presentan un argumento, el que conversa quiere tener razón. La conversación dialéctica enfatiza al conversador no la conversación.
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