Participé en el año 2007 en un assesment (prueba de evaluación para candidatos) en el que buscaban instructores experimentados para formar a directivos.

Participábamos ocho candidatos con experiencia dilatada como monitores en habilidades directivas (con una edad media aproximada de 40 años). Todos competíamos en querer ganar, en ser seleccionados. Nos plantearon varias dinámicas que consistían, en términos generales en:

a) Describirte profesionalmente

b) Identificarte con un objeto y comentar tres valores que también te identificaran

c) Representar gráficamente el valor que tiene para tí la formación

d) Debatir entre nosotros la idea de «trabajo en equipo»

e) Indicar tres razones por las que queríamos participar en ese proyecto

Me atrevo a decir que el 85% de las respuestas que se daban no obedecían a lo que el dinamizador nos planteaba.

Comenta Richard Bandler en el libro que encabeza este post que:

“La conducta de alguien en un determinado contexto, demuestra que en ese momento dado, la respuesta más adecuada que tiene, se compone de 9 partes de experiencia interna y 1 de experiencia externa”

Y, sí, tuve evidencia de que las respuestas allí vertidas se conectaban a otras cosas representadas internamente, respuestas que poco tenían que ver con lo que se nos pedía explícitamente:

– mi padre me dijo que lo importante en el trabajo, hagas lo que hagas, es ser feliz

– a mi hijo le dicen en baloncesto, que el trabajo en equipo… 

– mi sobrina que es arquitecta, sí que dibuja fenomenal, yo en cambio no representaría gráficamente un círculo…

– mi enfermedad me hizo cambiar y ahora quiero ayudar a la gente, esa es la razón por la que me interesa…

… estas respuestas, dejaban al margen la experiencia sensorial externa alejándose de lo que se nos pedía en ese contexto y por supuesto de lo que principalmente  pretendíamos cada uno, ser seleccionados (ese era el propósito que nos llevó allí).

 

Ocurre muchas veces que nuestras representaciones internas verbalizadas, están fuera de lo que está ocurriendo en un momento dado y de lo que se nos pide y/o perseguimos…es entonces cuando aparece la ganancia secundaria (o una pérdida oculta) por la conducta que desarrollamos inconscientemente, que impide o dificulta nuestra intención inicial, lo que en un principio queríamos ganar.