Pensamos que la responsabilidad sobre lo que pedimos a otros, les pertenece a ellos y a nosotros no.

Qué fácil es pedir.

Cada vez que demandas o pides algo es importante notar que no podemos poner toda la responsabilidad y el esfuerzo en el otro. Quien demanda o pide, también debe sentirse responsable de qué es lo que pide, cómo y a quién se lo está pidiendo.

En una conversación reciente, un amigo concluía de la siguiente manera:

No es justo pedir a alguien algo que no te puede dar. No puedes pedirle a una persona miedosa que sea valiente, ni a alguien que sea generoso, si es tacaño o interesado…No pueden dártelo.

Con frecuencia pedimos y asumimos que la otra parte va a dar. Esto no ocurre siempre y, cuando no tenemos lo que pedimos, cuando no nos lo dan, nos enfadamos.

Enfadarse es solo la señal de que durante el proceso de pedir y dar, algo, no hemos hecho.

Pedir y dar son inseparables. Es un binomio. Esperamos lo que pedimos sin más, y cuando no llega sólo hacemos responsable al otro.

Es incompleto sólo pedir. Te dejas una parte, la del otro, que es el que da.

Pedir tampoco es el final de un proceso, es el inicio, y solo concluye y se completa si lo que nos dan se ajusta a lo que hemos pedido.

Quien pide dirige.

La responsabilidad de las peticiones y demandas que hacemos a nuestros compañeros de trabajo, proveedores, clientes, a nuestros padres, parejas e hijos,… la debemos colocar también en nosotros, los que pedimos.