K. Schultz, con su libro, sigue dando mucho juego en este blog –En defensa del error (I) –
Ponemos la atención ahora en el siguiente asunto que plantea la autora:
Si es difícil sentir que «estaba equivocado», tiene sentido concluir que «estaba en lo cierto». Es decir, aceptamos los fallos como un fenómeno universal pero no nuestras propias equivocaciones.
Si no sentimos que estamos equivocados, cierto es también que, o nos cuesta recordar las equivocaciones o nos resulta imposible olvidarlas.
Las experiencias de K Schultz con quienes se autoproclamaban «reyes de las pifias» cuando les pedía que le narraran una, curiosamente, se quedaban en blanco, se callaban o decían que en ese momento no se les ocurría una.
La explicación al fenómeno anterior, dice la autora del libro, es que tapamos el error con eufemismos: «momentos de apuro», «lecciones aprendidas», «cosas que podrías mejorar», pero raras veces lo formulamos así: «estaba equivocado».
Si te das cuenta en un momento dado, de que
estabas equivocado, albergas ahora otra creencia, la de que estás en lo cierto
No tenemos la intención de confundir (en este post, ni en otro) al lector, solo le pedimos reflexión sobre lo que ha leído para clarificar la posible confusión.
Tras la reflexión, (confiamos en que la haya hecho) parece entonces que, nuestro proceso de creer nos lleva a tener razón.
Una vez más resultan más útiles los procesos que los resultados calificados de ERROR o ACIERTO porque si tenemos claro el proceso que nos ha llevado a cualquiera de los dos resultados podremos revisarlo para ser más atinados.
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