La inteligencia fracasada

Efectivamente, desafiar evidencias es una forma de generar información nueva, en la medida que el interlocutor este dispuesto a caminar por el proceso de explicar lo evidente el tiempo suficiente que le permita tropezar y caer en la cuenta de que el suelo de lo evidente no es tan firme. En mi experiencia, cuando las evidencias son cuestionadas, a veces io más problemático es aceptar las consencuencias. Por ejemplo, cuando desarrollamos proyectos, nos aseguramos de que se están conduciendo correctamente midiendo desviaciones en fechas, alcances o esfuerzos. ¿Qué pasa cuando se genera la duda? Nuestra cabeza se acelera... ¿Estará bien enfocado el proyecto para cumplir su objetivo? ¿Nos habremos equivocado? ¿Tendremos que rehacerlo todo? ¿Cuánto dinero va a costar? ¿Cuánto tiempo va a llevar? ¿Cómo hemos llegado a este punto? ¿Quién es el responsable? ¿Cómo evitamos que nos vuelva a pasar? ¿Quién se lo dice a .. ? Con todo esto en la cabeza hay un fuerte incentivo para no ´desafiar ninguna evidencia incluso aunque se trate del elefante en la habitación. Por otro lado parece un problema de Teoría de Juegos. Ante una evidencia, puede existir mayor o menor probabilidad de deje de ser evidente, y tendremos por delante la decisión de si desafiarla o no. Desde una perspectiva de Efecto / Afe.cto / Impacto, ¿Qué pasa si seguimos avanzando en algo que no es correcto? ¿Como me voy a sentir si levanto la mano y descubro que algo no es lo que pensábamos? ¿Cómo me voy a sentir si no lo hago y posteriormente lo hace otro? ¿Prefiero ser el que descubre el error o el que lo sostiene?

Estoy confundida. O no estoy entendiendo qué es una evidencia o estamos utilizando la misma palabra (evidencia) para distintos conceptos. Si una evidencia es una certeza clara y manifiesta de una cosa, de la que nadie puede dudar ni negarla, no cabe desafiar la evidencia. Cosa bien distinta es si atribuimos el carácter de evidencia a algo que no lo es, a una pseudoevidencia, por llamar de una forma diferenciadora al conjunto de juicios e inferencias. En los casos de las pseudoevidencias, sí que cabe el referido desafío al objeto de alcanzar la pura evidencia. Y sigo con mi confusión. ¿Sólo podemos estar seguros de que una evidencia lo es cuando hemos tenido la experiencia nosotros mismos? De no ser ese el caso, ¿es, en esas situaciones, en las que debemos mantenernos en un estado de desafío constante y sin fin? ¿o debemos hacer el desafío extensivo a cualquier situación, fruto o no de nuestra experiencia?

Hace poco leí el libro "Testigo involuntario" de Gianrico Carofiglio y hace una distinción entre "verosimilitud" y "verdad". En el primer caso es aquello que tiene apariencia de verdadero, en el segundo, es aquello que es demostrable con evidencias. Muchas veces construimos una teoría sin pruebas, y las convertimos en verdad. Muchas veces emitimos juicios, aunque en realidad son prejuicios que los tomamos como verdades. Es un problema para uno mismo, pero las consecuencias son mayores si hacemos partícipes a otra personas

Habitualmente tendemos a considerar nuestros propios juicios o valoraciones y la información que proviene de terceros (inferencias) como evidencias de que algo es de una determinada manera. Nos basta observar un determinado comportamiento o actitud ante algo para, en base a ello, realizar una valoración sin tener evidencia alguna de lo que realmente ocurre. También es muy común el atestiguar algo en base a las opiniones de terceros. Eso de un conocido de mi amigo (vale cualquier tercero) dice que …, nos permite pronunciarnos sobre cualquier situación sin apenas tener conocimiento real (evidencias) de ello. El desafiar la evidencia y no caer en la tentación de pronunciarnos anticipadamente nos lleva a adoptar una actitud inteligente y, dentro de un orden, cultivar el no saber (recordad cuando éramos niños y cuestionábamos cada respuesta con un constante ¿por qué?), eso sí, sin llegar a ser una “mosca cojonera” a no ser que queramos tomar café solos.