Viendo la imagen de este post podemos concluir que este motorista está…

 Detrás de esta conclusión solo hay una débil reflexión.

Son muchas las situaciones en las que damos por cierto algo. Lo hacemos cuando pensamos con la misma profundidad de un charco.

Funcionamos mucho así. Con muy poca información, nuestra mente completa lo que nuestro sistema sensorial capta para «dar sentido» a lo que ocurre. Lo hacemos tirando de un patrón de experiencias similares. Ya está.

Racionalmente, viendo la imagen no sabemos qué está ocurriendo, pero «no saber» nos convierte en personas «un poco estúpidas»: ¿Cómo no vas a saber lo que está haciendo?

Así, por no sentirnos estúpidos, afirmamos que «es verdad o mentira» lo que vemos u oímos con una inexistente o, en el mejor de los casos, débil reflexión.

Lo racional, el pensamiento reflexivo, sólo se pone en marcha al notar que no sabemos muchas cosas, que las ignoramos a pesar de que necesitamos dar sentido y rápido a lo que vemos.

Reflexivo no significa menos rápido.

Impedimos también la reflexión cuando la supuesta verdad nos la muestra una multitud de personas ¿Por qué? Porque las multitudes no piensan ni la posibilidad de que estén en lo cierto, ni  la posibilidad de que estén equivocadas, solo piensan las personas, no siempre ni todas.

El riesgo de equivocarnos y tener que rectificar es frecuente, esto no es malo, es normal. Lamentablemente, se advierte como rareza someter lo que vemos u oímos a un riguroso escrutinio antes de concluir algo.