El pasado mes de diciembre un grupo de 10 compañeros de una empresa que finalizaron el programa Mentes Flexibles (80 horas en un plazo de 3 meses) decidieron quedar una tarde después de trabajar para tomar unas cervezas.

La expectativa para reencontrarse y pasarlo bien era alta pero…llegó la decepción (transcribimos sólo algunos comentarios):

«Quien esté la semana que viene, el miércoles próximo podemos quedar a las 17:00 para tomar unas cañas todos juntos…todos esperamos que sea una semana tranquila.»

Compañeros, al final hoy no va a ser posible por mi lado. La próxima sin falta estoy.

– Santiago me ha dicho que no puede por que ha tenido que ir con la peque al médico. Yo llego un pelín tarde pero voy

– Yo finalmente me tengo que ir de viaje, sorry… Cuento con no perderme la(s) siguiente(s)!!!

– Yo no puedo lo siento. Pero como dice David, crearé inmanencia para futuras quedadas!.
Disfrutadlo!

Madre mía, yo tampoco!!! Saludos.

Hola he esperado hasta el último pero tengo dos/tres cosas que no puedo mover, por lo cual me es imposible estar con vosotros.

– Después de haber vivido la experiencia y que solo Carmen acudió a la cita esto hay que repetirlo de otra manera haciendo cambios en el proceso y revisando Razón y Propósito de la quedada. Hablo con Carmen y David y vemos como organizamos la siguiente.

«Cuando primero planificas algo, lo segundo que haces es pensar en el resultado final y esto es normal pero nos olvidamos de lo que hay que hacer en medio. El resultado que acontece (tanto si es decepcionante como si es ilusionante) debería ser una comprobación de lo que se ha planificado».

En la experiencia descrita, la frustración y la decepción nos debe servir para comprobar el proceso (no sólo para confirmar la intuición) y si al investigarlo notas algo que te hacía saber que la cosa no iba como tú esperabas, pregúntate si estabas a tiempo de hacer algún cambio.

Una vez más, la experiencia, aunque haya sido decepcionante, es fuente de aprendizaje.