El neurólogo R. Sapolsky en su libro Compórtate, señala la facilidad con la que quedamos atrapados mentalmente en un espacio estanco.

Pone como ejemplo a J. Watson, fundador del conductismo alrededor del año 1925 al que le atribuye la siguiente cita:

«Dadme una docena de niños sanos, bien formados y mi mundo específico para que los eduque, y yo me comprometo a elegir uno al azar y adiestrarle para que se convierta en un médico, abogado, artista,… Incluso un pordiosero o ladrón independientemente de sus talentos, tendencias, aptitudes, etc.»

Nos recuerda Sapolsky que no todos somos iguales al nacer. No tenemos todos el mismo potencial por mucho que nos adiestren.

J. Watson quedó atrapado mentalmente en su cubo como puede quedar cualquiera de nosotros a través de nuestras sesgadas, reducidas e incompletas percepciones de la realidad.

– Dadme una hoja de cálculo, todos esos datos y mi mundo específico para que bla, bla, bla…y yo me comprometo a revertir esos resultados.

– Dadme recursos, este equipo de personas y mi mundo específico para que bla, bla, bla…y yo me comprometo a cambiar las cosas.

A veces, bienintencionadamente, obsesionados por garantizar las cosas abusamos generosamente del «yo».

Adictos a garantizar las cosas nos olvidamos de que sólo podemos poner las condiciones para que las cosas ocurran. Nada más.

¿Puede Ud. garantizar que su hijo apruebe el curso, que los comerciales de su empresa sean más reflexivos, que haya más compromiso, mejore su NPS, o que aumenten los clientes?

No. Por muy sano que Ud. esté y por mucho que le adiestren -como a la docena de niños de J. Watson- Ud. sólo puede poner las condiciones para aumentar la probabilidad de que algo ocurra pero no garantizarlo.

Recuerde que la subjetividad funciona como los gases, lo ocupan todo.