Toca trabajar con restricciones y en vez de desarrollar la habilidad para ser capaces de trabajar con menos, buscamos y añadimos (no intencionadamente) problemas.

Afrontar la realidad de vivir y trabajar con menos recursos, comienza por separar dos cosas:

Lo que realmente ocurre y las ideas que tenemos sobre lo que ocurre.

La idea de pensar que una restricción es un problema nos conduce a buscar una solución, y buscar la solución nos mantiene atrapados, pillados a un problema que no lo es.

Solo hay problema si hay solución: Si se rompe la lavadora hay un problema y la solución consiste en repararla o comprar otra.

Las restricciones no son un problema porque no tienen solución. Si hubiera solución, se resolvería el problema y el problema desaparecería.

Piénselo: ¿Cuándo la humanidad ha estado exenta de restricciones?

La empresa es un sistema complejo que en ocasiones atraviesa dificultades dada la interacción muchas variables: Personas, recursos, procesos, clientes, proveedores, financiación, competidores, conflictos, etc.

– Entonces, si las restricciones no son un problema… ¿Qué son?

Una dificultad.

Y si es una dificultad ¿Qué podemos hacer?

Un cambio.

Muchas dificultades las sorteamos haciendo cambios. Otra cosa es que prefiramos no hacerlos y quejarnos.

Si Ud. lleva tiempo con alguna restricción, reflexione sobre ella, seguro que podría decir que le ha dado respuesta haciendo cambios.

Si aumentan los precios de la energía y los combustibles y su economía familiar se resiente, Ud. ante esa dificultad responde haciendo algunos cambios:

Pondrá menos horas la calefacción y se abrigará más en casa, tomará el transporte público o empezará a ser más selectivo en la compra semanal.

Vivir  no es un problema. Requiere esfuerzo, pedir ayuda, aprender y hacer cambios. Hacer cosas útiles que den respuesta a lo que realmente ocurre.

Pero hay cambios que no son fáciles: ver video animado.