Paré en una gasolinera para echar aire a las ruedas de la moto y mientras lo hacía, llegó otra persona en su scooter. Se quitó el casco y me preguntó:

¿Cuanto aire echas?

Le dije que lo que diga el librito de mantenimiento, que en una tablita se indica y que varía entre 1,8-2,2 bares de presión, aunque al notar el estado de su moto, supuse inmediatamente que el librito era historia. Le añadí entonces, que también se indicaba en la banda del neumático.

Seguidamente hice el esfuerzo de agacharme para averiguarlo y señalárselo, pero ignoró mi esfuerzo y me advirtió que el siempre «echaba 4».

Me reincorporé y le hice dos preguntas:

  1. ¿No has notado algún derrape por la falta de adherencia en carretera?
  2. ¿Has pensado que el neumático podría reventar?

Contestó: No a la primera y sospecho que lo mismo a la segunda.

Ambos nos fuimos en nuestras direcciones, él no se en qué pensaría. Yo, hice la siguiente reflexión:

Cientos de ingenieros calculando la presión exacta para nuestra seguridad y la longevidad del propio neumático y va «este» y hace lo que le da la gana.

Damos por cierto que la instrucción se ejecutará, el contrato se mantendrá, la norma se respetará,  el método se seguirá, o el librito se leerá.

No trabajamos de forma realista. El ser humano tiene inclinación por saltarse las instrucciones, por no mantener contratos, no respetar la norma, por no seguir el método, y a no leer el librito, por muy claro y explícito que sea y a pesar de poner en riesgo muchas cosas.